Sopa de tripas para combatir la resaca ateniense |
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Grecia |
Escrito por David Navarro |
Así que la primera visita la tenemos muy cerca del hotel, el templo de Zeus Olímpico y la puerta de Adriano. Ambos están muy próximos a la estación de metro de Partenón. Lo que queda del edificio son unas columnas colosales que dominan el lugar. Luego se puede seguir de paseo por la calle más comercial de la ciudad: Ermua, y llegar hasta Monastiraki donde está la biblioteca de Adriano. Sólo queda un muro, para el resto hay que echar mucha imaginación. Qué decepción. Por lo menos los puestos callejeros de ventas artesanales dan vida a la zona. Afortunadamente el Agora tiene mucho más en pie. Destacando el templo de Hefesto, el mejor templo dórico conservado de toda Grecia. También destaca la Estoa de Atalo, pero éste es una réplica. Ahora alberga el museo del Agora. Una pausa para comer en la ‘Taverna Papandreou’, recomendada por un sevillano en el avión de ida. Sitio extraño para almorzar, ya que está en el centro del Mercado Central entre puestos de corderos y verduras. Pero famoso por servir una riquísima sopa de tripas que devuelve el sentido a los más juerguistas de Psiris (el barrio más marchoso de la ciudad). Abre sus puertas las 24 horas. Con perdón, me dejé de tripas y me entregué a un rosbif con patatas para chuparse los dedos. ¡Baratísimo! Una gran recomendación. No muy lejos se encuentra el museo arqueológico de Atenas. Uno de los más importantes del mundo. En él destaca el tesoro Atreo, que encontró Henry Schliemann en la ciudadela de Micenas. Con poca fuerza y con tiempo ajustado, menos de una hora y media para el cierre, y recomiendan tres. Así que con uno paseíllo veloz por el museo de 45 minutos sirvió para hacerse una idea. Es duro hacer turismo, pero en Atenas da gusto.
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